Opinión: Deberes para un futuro próximo
- Alejandro Mendoza
- 2 may 2016
- 2 Min. de lectura
Un Primero de Mayo diferente. Ya quedan atrás los cuatro años de rodillo del Partido Popular aplastando los derechos laborales, aunque siga en funciones. Tiempo en el que los principales sindicatos, CCOO y UGT, ni han estado a la altura ni les han dejado estarlo, sea por su poca capacidad de movilización, por la reforma laboral de 2012 o por su descrédito social a raíz de algunos escándalos de corrupción. Pero con el 26-J a las puertas, este Día del Trabajador ha guiado los pasos en materia laboral que tiene que seguir el posible gobierno de izquierdas resultante de los comicios.

Las banderas rojas con las insignias de los sindicatos encabezaban las diferentes manifestaciones celebradas por todo el territorio nacional. A su sombra, los líderes sindicales, estrenándose el de UGT en Madrid, reclamaban la derogación de las reformas del mercado de trabajo de 2010 y 2012, un sistema de pensiones justo y la redistribución de la riqueza de ese crecimiento macroeconómico del que tanto se alardea. Hasta aquí ninguna novedad, salvo que en años pasados los políticos ignoraban esas exigencias y ahora se las apuntan para los programas electorales. Aunque sólo sea porque hagan bonito. Aunque sólo sea para fortalecer una imagen, una pose, que los hechos rebaten.
Ese es el caso de políticos como Pedro Sánchez, que aprovecha cada micrófono para recordar que es de izquierdas, no vaya a ser que luego no lo parezca. Por la boca muere el pez. Más escandaloso aún es ver junto a los sindicatos a Begoña Villacís, portavoz de Ciudadanos en el Ayuntamiento de Madrid. Representar a un partido neoliberal en un Primero de Mayo no debe de ser fácil, pero forma parte del trilerismo del partido de Rivera. Te escondo la bolita hasta que toque poder. Los 50 euros, y algo más, también los pierdes. De momento, han conseguido que Cristina Cifuentes, por esas cosas que tiene la campaña electoral, les llame “socialistas”. El Club de la Comedia abre el telón.
El gobierno del cambio, palabra sin la que los políticos implosionarían, deberá escuchar a los sindicatos para restablecer un sistema laboral equitativo, sostenible y digno de un estado del bienestar moderno. Por su parte, CCOO y UGT tienen que renovarse y recuperar su prestigio. Forman parte de una izquierda que ha de plantear una estrategia firme y viable a las políticas de derechas.
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