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Comercios chinos: origen, éxito y consecuencias

Lo que a principios del siglo XXI parecía un hecho aislado se ha convertido en un auténtico fenómeno. La expansión de comercios chinos en España no ha hecho más que crecer en la última década. Según el Instituto Nacional de Estadística, de los casi 200.000 chinos que se han establecido en nuestro país, más de 93.000 están afiliados a la Seguridad Social quedando por detrás, solamente, de los marroquíes. De los afiliados, más de la mitad (48.590) son autónomos, cosa que hace pensar que pueden ser dueños de un pequeño comercio. La pregunta que se desprende de todo esto es ¿por qué aquí? Un país en crisis des de 2007 y con una tasa de paro de más del 20%. ¿Qué es lo que llama la atención a esta comunidad? Las razones son varias y no siempre coinciden.



De dónde vienen y por qué


Tal como demuestran las cifras, los negocios chinos han experimentado un aumento progresivo en España a lo largo de los años, pero su migración viene de muy lejos. Como explica Joaquín Beltrán, coordinador y profesor de Estudios de Asia Oriental en la Universidad Autónoma de Barcelona y también escritor del libro “Los ochos inmortales cruzan el mar. Chinos en Extremo Occidente”, los chinos llevan emigrando desde el siglo XIII, primero hacia zonas del sudeste asiático, evolucionando gradualmente hasta la expansión mundial de hoy en día. Sin embargo, como destaca Beltrán, no se debe pensar que los ciudadanos de todo el país emigran, sino que las zonas especialmente propensas suelen ser las rurales, aquellas donde las oportunidades económicas son muy reducidas y donde la única opción es trabajar el campo.


Qingtian es una de esas zonas. Situada en la provincia de Zhejiang, en el litoral de China, sus principales sectores económicos son la agricultura de arroz y la pesca. En el siglo XX, según Beltrán, los ciudadanos de esta región empezaron a emigrar fuera del país, aunque ya existía anteriormente una tradición de migración interna y de comercio. Los principales destinos fueron en un primer momento países como Alemania, Francia e Italia, destacando posteriormente España. Según diferentes estimaciones, casi un 70% de los chinos residentes en España pertenecen a esta región. De hecho, dos de las personas entrevistadas, Helena, dueña de una parafarmacia en el barrio de El Fort Pienc de Barcelona, y la señora Lin, encargada de la frutería “Fruita Dolça” en el mismo barrio, también proceden de allí, concretamente de la ciudad de Wenzhou.


En rojo, la provincia de Zhejiang, donde se encuentra la comarca de Qingtian, al este de China


Joaquín Beltrán atribuye este flujo migratorio a la falta de competencia que en un principio había en España, aunque la situación haya ido cambiando progresivamente. “Hay un pionero que llega y se encuentra con que no hay competencia, por lo que el negocio le funciona. Entonces éste ayuda a sus parientes y vecinos para que también vengan. ¿Por qué irse a los Estados Unidos o Inglaterra cuando ahí ya hay muchos otros chinos y hacer negocio es más difícil?”, reflexiona el profesor.


Begoña Ruíz de Infante es mediadora del proyecto XEIX, una iniciativa que del Ayuntamiento de Barcelona que trabaja por la inclusión de los comerciantes de diferentes orígenes –sobre todo chinos, paquistaníes e indios- en la red de comercios de los diferentes barrios de la ciudad. Ella coincide con Joaquín Beltrán en que el proceso de migración no es nuevo, sino que tiene una historia que en el caso de España se remonta a los años 90, con los Juegos Olímpicos del 92 como oportunidad para invertir. “Los primeros venían a probar suerte, y si les iba bien se producía un efecto llamada que motivaba a otros a venir, ya que la comunidad china funciona en forma de diáspora. Además, España era ideal porque los clientes de invierno europeos pasaban sus vacaciones aquí”. Este éxodo registró sus picos más altos a partir del 2000, momento en que las leyes de extranjería eran más laxas y se promovían más invitaciones para venir a trabajar que actualmente. Según Ruiz, “en los años de bonanza, España necesitaba mano de obra barata y no se regulaba bien el mercado laboral.”


Ángel Villarino, actualmente redactor jefe de El Confidencial y autor del libro titulado ¿A dónde van los chinos cuando mueren? hace también hincapié en la falta de controles y la laxitud de las leyes de inmigración como principales motivos de la migración masiva de esos años, y hace referencia a un concepto que caracteriza a la cultura china: las redes de parentelas y amigos. “Si las primeras diez familias que llegaron de Zhejiang abrieron restaurantes y necesitaban camareros, ¿dónde los buscaban? En su pueblo”. Según Villarino, la estructura social tiene una gran importancia en la cultura china, y ellos son sus propios acreedores, con condiciones mucho mejores que las que ofrecen los bancos y sin intereses. Por ello, la reagrupación familiar que se produjo desde los años 2000 en España fue determinante, ya que permitía la existencia de esas redes de confianza de amigos y familiares.


Sin embargo, hoy en día los controles son más severos, y beneficiarse de la reagrupación familiar no es tan fácil, lo que, según Villarino, no impide que sigan llegando más y más chinos. “Quien quiere venir, al final lo conseguirá, aunque sea de manera ilegal. Se aprovechan de todo tipo de vacíos legales, y algunos incluso se escapan en viajes turísticos en grupo”, sostiene el periodista en su libro. Para venir, muchos de ellos contactan con familiares o amigos y pagan un peaje que ronda los 12.000€. Para pagarlo, trabajan en condiciones fuera de mercado y normativa, pero acaban sufragando la deuda. Según Begoña Ruiz, no se trata de un acto mafioso, sino de ayuda y urdimbre del sentimiento de comunidad, reflejado en el concepto de guanxi.


Otra de las razones principales que atrae a los chinos a España, según los expertos consultados, son las condiciones de trabajo, mucho mejores que las chinas. “Las condiciones laborales de los emigrantes chinos dentro de la propia China, que van de las zonas rurales a las ciudades, son igualmente deplorables. Muchos viven en el mismo lugar de trabajo de manera muy precaria, por eso las condiciones que tienen en Occidente, con jornadas laborales larguísimas, a veces incluso sin cobrar y sin derechos laborales no les parecen tan malas”, explica Villarino.


Aunque la falta de competencia y las condiciones laborales en un comienzo resulten ser determinantes para explicar la proliferación de comercios chinos en el estado español, existen otras razones, algunas más polémicas y menos fiables que otras, pero que también hay que tener en cuenta.

El mismo Villarino mencionaba en su libro la fuerte presencia de economía sumergida en España como un posible atractivo para abrir negocios. Según la sociedad Randstad, esta actividad no declarada supone ya cerca de un 20% del PIB español, un porcentaje no muy superior al de la media de la Unión Europea, pero sí muy por encima de países como Reino Unido, Francia o los Estados Unidos. El hecho de poder evitar el control y la fiscalización de la actividad económica desarrollada podría suponer una razón de peso para los comerciantes chinos en la decisión de escoger España y no otro destino para emigrar. Joaquín Beltrán y otros expertos consultados no están de acuerdo con esta afirmación: “Quizás no declaran todo lo que ganan, pero eso los españoles también lo hacemos. De ahí a que no paguen impuestos… los pagan igual que el resto de población”, aclara Beltrán. Villarino tampoco cree que no paguen los impuestos, pero sí que “evadan por encima de la media, sobre todo en los restaurantes”.


En Cataluña, la situación es similar al resto de España, incluso más acentuada, si cabe. De los casi 26.000 chinos afiliados a la Seguridad Social en esta comunidad, poco más de 12.500 son autónomos. Esta cifra, en relación al resto de extranjeros, es más elevada, cosa que explica la cantidad de sus negocios que se observan en las ciudades catalanas. Para Miquel Àngel de Garro, asesor de la presidencia de PIMEC – la patronal de las micro, pequeñas y medianas empresas y autónomos-, existen dos claves que explican este fenómeno: por un lado, un motivo cultural y por otro social. “Vienen a Cataluña porque es un sitio de acogida. Es multicultural, hay diversidad de etnias y de religiones, y como ven que otras culturas, como los pakistanís o los sudamericanos se han adaptado, saben que la integración será fácil”. Además, señala la flexibilidad de las políticas de la Generalitat de Catalunya en cuanto a inmigración como otro posible atractivo: “Las políticas de inmigración son más abiertas y flexibles aquí en Cataluña que en China, por ejemplo, en cuestión de reagrupamiento familiar. Saben que la integración aquí será más cómoda que en otros lugares”.


¿El comercio chino afecta al autóctono?


Actualmente, los chinos forman una de las comunidades de extranjeros más numerosas con más de 50.000 habitantes residentes en Cataluña. Este incremento de población china y su afán de ser autónomos abre un debate sobre la compatibilidad de dichos comercios con los autóctonos catalanes.

La disparidad de opiniones alrededor de esta cuestión es notable. Ángel Villarino adopta una visión proteccionista y explica que la injerencia de los comercios chinos en la economía local produce un efecto negativo para los comerciantes autóctonos. “Si tienes una peluquería y te ponen una peluquería china al lado obviamente te están jodiendo la vida”, comenta el autor. El fenómeno dumping o discriminación de precios es una práctica comercial que consiste en vender productos u ofrecer servicios a un precio inferior al de ese mismo producto en el mercado o, incluso, venderlo por un precio inferior al coste de producción. Según Villarino, los establecimientos chinos hacen dumping a los autóctonos. Por tanto, “si tienes una tienda de alimentación y te ponen una china al lado será muy difícil competir con ellos porqué van a bajar los precios y tendrán unos horarios más flexibles” afirma el periodista.


Beltrán, por otro lado, también comenta que “son actores económicos por excelencia y que saben hasta dónde bajar los precios” aunque no cree que sean el principal problema del comercio autóctono: “El gran enemigo son las grandes superficies comerciales, no los comercios chinos”. Estos gigantes ahogan el comercio de proximidad tradicional y le impiden desarrollarse. El antropólogo comenta que el comercio en España está disminuyendo y que, si no hubiera negocios chinos, el comercio español aún sería menor.

Una visión más librecambista es la que ofrece Miquel Àngel de Garro, que explica por qué los comercios chinos no afectan al comercio autóctono: “Hay libre mercado y, en este sentido, no puedes evitar que una persona esté a tu lado y te haga la competencia. No es desleal, sino que es leal porque está dentro del margen de la competencia”. Según comenta de Garro, el efecto que producen los comercios chinos se confunde con la idea de competencia desleal por los horarios, pero “la normativa catalana dice que los establecimientos o comercios que tengan una superficie inferior a 150 m2 tendrán que atender a una regulación horaria de 12 horas”. Con todo, la ley foral catalana fue impugnada por el Gobierno del Partido Popular en el Tribunal Constitucional y, como el recurso se aceptó a trámite, actualmente dicha ley se encuentra paralizada. Este es el motivo por el cual, argumenta De Garro, se aplica la normativa española, que es más permisiva. Ésta dispone que los comercios y locales que tengan una superficie de venta menor a 300 m2 podrán ofrecer atención al público cuando les apetezca y sin limitación de horarios. Según Begoña Ruiz, los comercios chinos simplemente se benefician de la normativa para abrir más horas, por lo que la responsabilidad se ha de buscar en quienes la dictan.


La apertura de comercios chinos incrementa la oferta de productos y la variedad competencial de precios. Nuevas posibilidades que fomentan el consumo a precios razonables o, incluso, demasiado asequibles. Villarino afirma que “para el consumidor puede ser una bendición tener un chino al lado abierto hasta las 23 horas en el que se puede comprar absolutamente de todo”. Por su parte, Ruiz apunta que ofrece más variedad de productos y precios adecuados para determinados sectores de la población. Además, los propietarios que alquilan los establecimientos a este tipo de comercios también salen beneficiados porque suben los precios de los locales. “La gente que tenía el negocio arruinado por culpa de grandes superficies se ve beneficiada porque llega un chino, te da un dinero que el negocio no te daba, te retiras y, encima, ganas más” explica el periodista.


“Los locales no son caros, pero tampoco baratos” comenta Helena, la propietaria de una parafarmacia. Es de origen chino, lleva 20 años viviendo en Cataluña y además de la parafarmacia, también es propietaria de distintos negocios en el sector de la hostelería junto a su familia. Helena comenta que el precio del alquiler depende de la zona de Barcelona y que los precios más asequibles se encuentran en Badalona y Hospitalet de Llobregat. Por eso, muchos chinos optan por esas localidades para establecer sus negocios, aunque también por zonas del Eixample como El Fort Pienc- el Chinatown de Barcelona-, el barrio con la mayor densidad de población china de la ciudad.


El comercio de proximidad, un incentivo del comercio local catalán

Barcelona se caracteriza por ser una ciudad cosmopolita e intercultural. La ciudad condal acoge diariamente tumultos de turistas curiosos y barceloneses ajetreados que circulan por calles principales y callejones hogareños. Según De Garro, uno de los principales atractivos de la ciudad es la vida que aflora en ella. El dinamismo comercial se produce gracias al comercio de proximidad. De Garro comenta que Cataluña preserva este modelo porque permite el establecimiento de pequeños comercios. “Los inmigrantes piensan que Cataluña puede ser una buena tierra para establecer su negocio porque da entrada a los pequeños comercios”, afirma el asesor de PIMEC Comercio. Por tanto, el comercio de proximidad es un incentivo para el establecimiento de negocios extranjeros, entre ellos, los de la comunidad china.


La financiación privada y comunitaria


Una vez se instalan en Cataluña y conocen el mercado, la mayoría prefieren montar negocios propios y ser autónomos, sobre todo para asegurarse su contribución a la Seguridad Social y para que su progreso dependa de ellos mismos. Pero, ¿cómo consiguen financiarse?


En el proceso de financiación, Beltrán identifica dos fases. La primera está marcada por la financiación privada y es cuando “empiezan trabajando para otros siendo asalariados y ahorrando todo lo posible”. El objetivo se centra en ahorrar el máximo y todos los miembros adultos de la familia mimetizan este comportamiento. En cambio, la segunda fase se distingue por la financiación comunitaria, es decir, si con el capital ahorrado durante una temporada no es suficiente, los chinos se lo pedirán prestado a otros miembros de la familia, amigos o vecinos que lleven más tiempo en sus negocios y hayan prosperado. “Ellos prestan el dinero formando una red de préstamos privados de gente que se conoce y sin firmar ningún contrato porque saben que ese dinero va a ser devuelto” explica el antropólogo. El asesor de PIMEC Comercio, comenta que “[los chinos] piden cantidades diferentes a otras personas en función de cómo les vaya el negocio” y ellos mismos son los que pactan el término para devolver dicha cantidad. Este es un hecho característico de la población de Zhejiang que Begoña Ruiz considera admirable: “contraen entre ellos deudas monetarias que en el fondo son deudas morales; no hacen falta intermediarios legales porque saben que ese dinero se devolverá, y si no son los padres serán los hijos”. La mediadora del Proyecto XEIX añade que los chinos de otras provincias se extrañan de esta práctica, pues su espíritu de comunidad es diferente.

Con todo, estos préstamos de confianza a veces pueden degenerar y crear préstamos abusivos. Según Villarino, este tipo de préstamos son los que se ofrecen dentro de la misma comunidad y las condiciones pueden ser incluso peores de las que te da un banco. “Si un grupo organizado te presta dinero y tú no tienes ningún tipo de aval, lo normal es que estos te apliquen tipos de interés aún más altos que los del banco” afirma el escritor.

Establecimientos rotulados en catalán y chino en el barrio de El Fort Pienc (Barcelona). Foto: Alejandro Mendoza

La financiación rotatoria, que es como se conoce esta práctica, les da autonomía y permite reducir su dependencia de otras fuentes. En diversos informes de PIMEC Comercio, varios comerciantes chinos reconocen que son una comunidad cerrada y antisistema, en el sentido de que no quieren entrar a formar parte del sistema bancario español.


Como ya se ha comentado más arriba, los chinos de Zhejiang tienen una idiosincrasia muy arraigada basada en el respeto mutuo, por eso el sistema de financiación rotatoria funciona a la perfección y no se provocan conflictos. Por este motivo, se interesan en devolver el dinero prestado lo antes posible. “Los chinos saben que a sus prestamistas les ha costado mucho trabajo conseguir ese dinero” y, además, “si no lo devuelven serán mal vistos por la comunidad en general y no podrán pedir más favores”, explica De Garro.


Sin embargo, Begoña Ruíz, que al estar al cargo del proyecto XEIX ha establecido contactos directos con la comunidad china, desmiente que no acudan a los bancos: “La financiación entre ellos es parcial, también dependen de los bancos. Los necesitan para justificar ciertos ingresos o comprarse pisos. No todo el dinero sale de un cajón”. De hecho, explica que la mayoría de entidades bancarias ofrecen la opción de cambiar el idioma al chino, cosa que no tendría sentido si éstos no acudieran al banco.


Incentivos fiscales para emprendedores


Las ventajas fiscales en España para montar negocios son múltiples. Entre ellas se encuentra la ley de los emprendedores que favorece a los nuevos comerciantes. Beltrán comenta que “durante los primeros años pagarán menos impuestos” pero destaca que “esta ley es tanto para los chinos como para los españoles”.


En cuanto a la fiscalidad de los negocios chinos, De Garro explica que España mantiene un convenio bilateral con China que permite que no se haga una doble imposición, es decir, “que si eres un empresario chino trabajando aquí, puedas continuar pagando ciertos impuestos de China sin necesidad de pagar los españoles”. De la misma manera, este tratado internacional permite a los españoles establecidos en China seguir pagando los impuestos a España.


Las licencias constituyen otro incentivo fiscal. Según De Garro, tanto en Cataluña como en el resto de España, “si un comercio tiene menos de 2.500 m2 no tiene que pedir licencia, sino que con la declaración de responsable que contenga los requisitos necesarios será suficiente”. Posteriormente, el Ayuntamiento se encargará de la inspección para garantizar el cumplimiento de la norma. Esta regulación facilita la creación de comercios, agiliza el periodo de tiempo que transcurre entre el cierre de un comercio y la apertura de otro y “fomenta la economía de ciudad” explica De Garro.


“Montar un negocio aquí es fácil” afirma sólidamente la señora Lin. Su experiencia en Barcelona ha sido fructífera: ya hace 10 años que reside en la ciudad condal y cuenta que toda su familia está arraigada en Cataluña y que a sus hijos les gusta vivir aquí. En cambio, Helena dice que “tanto China como España ofrecen las mismas facilidades para abrir negocios” y que no hay tantas diferencias. A pesar de los años que ambas llevan residiendo en España, ninguna de las dos habla catalán y su dominio del castellano es bajo.


La Operación Emperador


Tal y como explica Ángel Villarino en su libro, existe un gran desconocimiento en torno a la comunidad china en España. La Operación Emperador, iniciada en octubre de 2012 y aún sin resolver en la actualidad, convirtió a este colectivo en portada de los principales medios de comunicación. Los hechos pusieron de manifiesto que todo lo que la sociedad española sabía respecto a este grupo de prósperos inmigrantes estaba sustentado en mitos y leyendas urbanas.


El Caso Emperador hace referencia a la operación policial llevada a cabo por la Fiscalía Anticorrupción para desarmar una red de la mafia china instalada en España. La organización criminal se dedicaba básicamente al blanqueo de capitales, pero, tal y como explica en los autos judiciales el magistrado de la Audiencia Nacional encargado del caso, Fernando Andreu, cometían todo tipo de delitos. La mafia estaba formada por profesionales en fraude fiscal, extorsión, proxenetismo, tráfico de seres humanos y drogas, así como concertación de matrimonios ilegales. Según las investigaciones de Andreu, se pagaban unos 20.000€ a españoles que accedieran a casarse con chinos para que pudieran obtener la residencia. Además, la macroorganización mafiosa contaba con un grupo, llamado Shandong, que ejercían de sicarios y usaban la violencia cuando fuera necesario. Su centro de operaciones estaba ubicado en el polígono de Cobo Calleja, en el municipio de Fuenlabrada, en Madrid.


El líder de la organización criminal, llamado por la prensa como “El emperador”, era el magnate Gao Ping. Según la periodista Mónica Ceberio del diario El País, Ping poseía un chalé en Somosaguas, una zona residencial de lujo en Madrid, varios coches deportivos ostentosos, regentaba una importante galería de arte y poseía decenas de empresas de venta de ropa. Aun así, no tenía ni un solo euro en el banco. Esto le puso en el punto de mira de las autoridades anticorrupción y fue el punto de partida para desmontar el organismo mafioso. Al ser desmantelada, la red se había expandido a varios países como Italia y afectado a empresas de múltiples nacionalidades.


Leyendas urbanas


El tratamiento de la Operación Emperador en los medios de comunicación españoles evidenció la gran cantidad de leyendas urbanas que rodean al colectivo chino en España, empeoró la concepción que se tiene sobre ellos y creó aún más rumores de los existentes. Son acusados de no pagar impuestos, de no cumplir la normativa, de acatar las directrices que les dicta su propio gobierno o de formar parte de la mafia. Según varios expertos, estos infinitos rumores son una evidencia de la incorrecta interpretación que hace la sociedad española del hermetismo de esta comunidad.

La leyenda urbana más extendida sobre los chinos es que cometen fraude fiscal con sus negocios, algo que ya ha quedado desmentido en líneas anteriores. Joaquín Beltrán cree que todas las leyendas urbanas son “un modo de descalificar a la competencia, bulos que surgen de los propios comerciantes locales que se ven amenazados”.


Tal y como explica Miquel Àngel de Garro, el proyecto Xarxa Barcelona Antirumors, impulsado por el ayuntamiento de la ciudad condal, se encarga de desmentir todas las leyendas urbanas que rodean a los distintos grupos de inmigrantes. Consideran que la mejor forma de crear proximidad es conocer la cultura, por eso, en su página web, ofrecen argumentos que desmienten todos los rumores que rodean a las distintas comunidades extranjeras. En cuanto al fraude fiscal, remarca que no existe ningún tipo de ayuda especial para los negocios de los inmigrantes, que sus obligaciones fiscales se persiguen y se sancionan de igual forma y que para renovar sus permisos tienen que demostrar que cumplen con la legalidad vigente. Además, desmitifica la idea de que las licencias exprés, que agilizan el ejercicio de la actividad comercial, no se otorgan nunca a los comerciantes locales y explica que el requisito para adquirirlas no tiene nada que ver con la nacionalidad sino con la superficie del local.


Otra de las iniciativas para desmitificar las leyendas urbanas y eliminar las barreras que existen entre la comunidad china y la española es el Proyecto XEIX, que pretende unificar ambos colectivos en diferentes barrios de Barcelona. Su representante, Begoña Ruiz, explica que la idea de que todos los chinos llegan a España a través de una red delictiva a nivel internacional es incorrecta y que los contactos familiares son la principal vía de entrada a España. Lo que genera desconfianza y hace pensar a los comerciantes autóctonos que los chinos son mafiosos es que aceptan un margen de beneficios mucho menor. La Xarxa Antirumors explica que esto es así debido a las diferencias culturales y a las concepciones opuestas del trabajo que tienen ambas comunidades.


Otro de los rumores más extendidos en relación a la comunidad china en España es que no cumplen la normativa. Esto se refiere básicamente a los horarios de apertura de los negocios, se cree que los establecimientos chinos abren más horas de las permitidas por la ley. Una vez más, la Xarxa Barcelona Antirumors lo desmiente. Explica que no es que abran más horas de las que deben si no que aprovechan mejor el máximo temporal establecido por la legislación vigente. Además, explican que, en el caso de Barcelona, se realizan inspecciones periódicas para comprobar que la ejecución de las normas es la adecuada y se llevan a cabo de forma aleatoria sin tener en cuenta la nacionalidad del comerciante.

Por último, existen varias leyendas urbanas relacionadas con la llegada de esta comunidad a territorio español. El exministro de Industria, Joan Majó, explica a Economía de Carrer que la inmigración a España es una solución del gobierno chino para dar salida a la superpoblación que arrecia el país y para exportar excedentes de producción. Considera que la administración china dirige los negocios afincados en España. Begoña Ruiz, por su parte, no cree que la inmigración sea una estrategia política, sino que la ve como una decisión personal para huir de la competitividad comercial establecida en China. Ángel Villarino tampoco está de acuerdo con la teoría de Majó: “es mentira, no hay ningún tipo de trama secreta para que los chinos salgan de su país” y se inclina por la inmigración como decisión individual y libre. Aun así, sí que reconoce que el gobierno chino “apoya a su comunidad” y que cuentan con un Ministerio de Diásporas para organizar y ayudar a las comunidades chinas establecidas alrededor del mundo, cosa que, para él, es algo envidiable, una opinión compartida por Begoña Ruiz.


Una cultura de trabajo muy distinta a la española


Los chinos admiran la capacidad de emprendimiento y de negocio. Begoña Ruiz llega a decir que “el dinero les quema en el bolsillo, siempre están pendientes de dónde invertirlo”. De hecho, según afirma Joaquín Beltrán, la clave de su éxito laboral se focaliza en dos aspectos principales: sus aspiraciones laborales y la gran adaptabilidad al medio. Los chinos, a nivel de cultura de trabajo, tienen unos rasgos parecidos a cualquier empresario español, la diferencia recae en las aspiraciones, es decir, en las metas y retos laborales que se imponen. “Un chino siempre querrá ser propietario de su negocio y controlar los medios de producción” comenta Beltrán, quien asegura que el afán de superación en el ámbito laboral es uno de los ideales de la cultura china, tanto si se trabaja dentro de China como en el extranjero; ideal que les conduce, en muchas ocasiones, al éxito y a la prosperidad de sus negocios.


La visión del mundo según los chinos de Zhejiang es todavía muy agrícola y rural, comenta Beltrán. Además, como explica Begoña Ruiz, se trata de una sociedad que no ha crecido en un contexto de derechos laborales consolidados, por lo que sus reclamaciones y experiencias en este ámbito están a un nivel inferior. En su país, nunca han sido funcionarios ni han trabajado en fábricas, con lo cual no están muy hechos a la sindicación, al contrario que sus compatriotas del norte. Asimismo, la sociedad china no se caracteriza por su insumisión.


Por otro lado, según Ángel Villarino, otra de las cuestiones de la cultura de trabajo que diferencia a los chinos de los españoles recae en las necesidades de ocio. Eso no significa que los españoles trabajen menos, sino que los chinos no necesitan tantas horas destinadas a su tiempo libre y de ocio. En cambio, la mediadora del Proyecto XEIX tiene una visión muy diferente. Ruiz comenta que a los chinos les gusta pasar tiempo con sus hijos, presumir en las redes sociales y desconectar del trabajo cuando pueden, pero su profunda dedicación les ocupa la mayoría del tiempo. La situación se asemeja a la de los emigrantes del sur de España que en los años 60 y 70 se instalaron en zonas más ricas e industriales como Cataluña o el País Vasco. Entonces, abandonaban el mundo rural y trabajaban incansablemente para proferir un futuro más próspero a su familia. Hasta que no alcanzaron un nivel de vida más estable, el ocio era sólo una quimera. Ese patrón se repite con el colectivo chino, aunque la empatía con él no se vea en las calles.


Así pues, las intervenciones de los diferentes expertos en la materia ayudan también a mitigar otra de las leyendas urbanas que asegura que los chinos, sin duda, son más trabajadores que los españoles. A esto Beltrán asegura que un empresario autónomo español trabajará igual o más que un autónomo chino para sacar el mayor rendimiento y beneficio a su pequeña o mediana empresa. “De hecho, todos los autónomos trabajan por igual, no vayamos a pensar que los españoles no trabajamos, porque no es así. Lo que sus aspiraciones y su tiempo destinado al ocio funcionan de otro modo”, sentencia el antropólogo.


Establecimientos rotulados en catalán y chino en el barrio de El Fort Pienc (Barcelona). Foto: Alejandro Mendoza


En este sentido, su cultura de trabajo les hace ser muy adaptables al medio para lograr aprovechar todas las oportunidades que les ofrece. Son un grupo social que proviene de una región de China que se ha especializado en emigrar, de hecho, como comenta Beltrán, el reconocimiento social lo consiguen a través de tener éxito en el extranjero: “son muy flexibles, adaptables y no tienen problema en abandonar su lugar”. Siguiendo la línea de Beltrán, Begoña Ruiz comenta que “si [los chinos] ven que un negocio no funciona lo cierran y abren otro, no se aferran a él como tal vez sí una familia española”, de ahí su facilidad de tener éxito e ir extendiendo sus fronteras.


Los expertos en cultura asiática, concretamente la china, coinciden en que su facilidad de adaptación culmina en el éxito de sus negocios y que juntamente con las ayudas de financiamiento internas, motivan a otros chinos a venir a España para abrir sus propios establecimientos. Miquel Àngel de Garro asegura que Barcelona, en concreto, es una ciudad con ciertas facilidades a la hora de levantar un negocio, puesto que ofrece a la comunidad china unos nichos de mercado que en sus regiones de origen (Zhejiang y Quintiang) no encontrarían jamás. Además, las facilidades económicas que este grupo de emigrantes encuentra en sus familiares ya establecidos en Barcelona es otro factor que, sumándole las posibilidades que comenta De Garro, van trazando las claves del porqué del éxito de los establecimientos chinos en España y concretamente, en la capital catalana.


Diversificación de los comercios chinos


Los negocios chinos no solo están teniendo éxito en cuanto a los resultados económicos, sino también en su expansión y diversificación. Este fenómeno se produjo a partir del cambio de siglo cuando el sector de la restauración quedó obsoleto, debido a la sobre abundancia de restaurantes chinos. A partir de ese momento, los chinos han ido explorando nuevos sectores donde invertir. “Los chinos tienen muy en cuenta la competencia y la rentabilidad de un negocio”, asegura Beltrán, por lo que cuando un sector se satura y deja de ser rentable, debido a que ya hay demasiada competencia, buscan nuevos sectores en los que adentrarse, y abrir nuevos nichos de mercado. De este modo, los comerciantes chinos aseguran que los inmigrantes que siguen llegando actualmente a España, y en general a toda Europa, encuentren un lugar de trabajo rentable, evitando, además, la sobreabundancia de competencia entre ellos.


Tanto Beltrán como Villarino coinciden en afirmar que el último sector en el que se han introducido es el del traspaso de bares sin cambiar ni el menú, ni el recinto ni la estética. “Cuando el dueño se jubila, los hijos no quieren trabajar en el bar y éste se cierra a no ser que alguien lo retome, que en este caso son los chinos”, comenta Joaquín Beltrán. Begoña Ruiz coincide en que este hecho se produce por el cambio generacional “los hijos de los dueños no quieren heredar estos negocios porque los horarios son muy esclavos, cosa que a los chinos no les importa y por eso adquieren este tipo de locales”. Antes, sin embargo, se adentraron en los negocios de confección, bazares o tiendas de ropa y más recientemente, peluquerías o fruterías.


En cuanto a comercios que dependen de la importación, Begoña Ruiz detecta una ventaja de los chinos respecto a los autóctonos. Los bazares y tiendas de ropa, por ejemplo, dependen del producto que traen de China. Casualmente, la “Fábrica de China” también se encuentra en Qingtian, con lo cual los comerciantes establecen relaciones de confianza con los vendedores por su cercanía cultural e idiomática –algunos comparten incluso el dialecto- y saben adónde dirigirse y se benefician de facilidades de pago. Para un español, todo serían barreras e inconvenientes.


A todo esto, Begoña añade que “los comerciantes chinos saben que tienen que empezar a competir más allá del precio, por eso buscan decorar mejor sus locales y cuidar la calidad de los productos”.


Occidentalización del modelo de negocio


Por otro lado, los modelos de negocio chinos están evolucionando y transformándose en comercios más occidentalizados y sofisticados – dejando de lado los bazares o los restaurantes típicos. Esto se debe a las nuevas generaciones de chinos que ya se han escolarizado aquí en España y que adoptan una visión que mezcla su mentalidad del trabajo (aspirar a dominar los medios de producción) con tendencias más modernas. En cifras, la población china en España es una población muy joven: el 25% de los chinos que hay aquí tienen menos de 15 años. A esto Beltrán confirma que estas nuevas generaciones de chinos occidentalizados están a otro nivel que sus progenitores, con nuevas aspiraciones y ofreciendo productos con mayor valor añadido e investigando nuevos nichos de mercado con mayor capitalización.


En la actualidad, la sociedad china en Occidente ha entrado en debate familiar, puesto que son muchos los jóvenes chinos que ya no quieren dedicarse a los negocios de sus padres porque consideran que es un trabajo de esclavos. Este grupo de jóvenes se siente un puente entre las dos culturas, asegura la mediadora del proyecto XEIX. De hecho, son jóvenes que ya se han formado académicamente en España y no sienten ese arraigo a su país de origen. No se sienten ni completamente chinos ni completamente españoles, pero, aunque agradecidos, rechazan el modelo de vida de sus padres.


Esto ha provocado un debate étnico, generacional y familiar, puesto que a los chinos adultos establecidos en España les gustaría que sus hijos se sintieran más unidos a la cultura y a las tradiciones chinas, comenta Ruiz. Con esto, la mediadora y el antropólogo coinciden en la dificultad que supone para esos padres el doble salto cultural, del mundo rural al urbano y de Oriente a Occidente, y el ver cómo sus hijos se desarrollan de una manera completamente diferente a como lo hicieron ellos. Este cambio se traduce también en la vida económica, pues partiendo de un nivel cultural y académico más elevado, los jóvenes chinos están encarando sus actividades a sectores como el inmobiliario o el diseño.


Una colectivo por conocer


A pesar de que la incorporación de la comunidad china en España no es reciente, existen una serie de aspectos que retrasan su completa normalización en la sociedad, tal y como han expresado los diferentes expertos consultados. La barrera idiomática y cultural supone al mismo tiempo un obstáculo y una coraza demasiado grandes para aquellos sin voluntad de superarlas. La desconfianza mutua y el hermetismo se retroalimentan impidiendo que la población china y la nacional se fusionen en pro de menguar las diferencias entre ambas.


Sin embargo, los diferentes expertos confían en que la occidentalización de las nuevas generaciones implique más a sus progenitores en su contexto social. Begoña Ruiz comenta que los padres chinos saben que se está esperando su participación y lentamente se están haciendo progresos para que ésta se produzca.


Asimismo, destacan la empatía y la ausencia de prejuicios como dos puntos de partida claves para acabar con la estigmatización de la comunidad china en España. Como se ha visto, su éxito no se debe a ningún tipo de ventaja o fraude fiscal, sino que es fruto de su trabajo, constancia y mentalidad de negocios. Tres características que tienen premio en una sociedad capitalista como la actual y que no suponen ningún secreto ni conspiración internacional.

 la nostra filosofia: 

 

L’economia la controlen uns pocs, però ens afecta a tots.

Per aquest motiu, pretenem apropar-te l’economia que t’interessa de veritat i que et toca més de prop.

 

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