El tratado que ha revolucionado a medio mundo
Tratado Transatlántico de Comercio e Inversiones, con las siglas TTIP de su nombre en inglés está siendo uno de los tratados más cuestionados de las últimas décadas. A priori, y de manera puramente académica se conoce al TTIP como un tratado entre EUA y la UE que pretende realzar el intercambio de bienes, servicios e inversiones entre ambos territorios. Además, Estados Unidos y la Unión Europea suman cerca del 60% del PIB mundial, un tercio del comercio internacional de bienes y servicios y 800 millones de consumidores, por lo que el TTIP llevaría a la "mayor zona de libre comercio del mundo", en palabras del expresidente de la Comisión Europea, Jose Manuel Durao Barroso. Pero más allá de esta descripción tan sencillamente oficial desde Economía de Carrer lo que queremos es darle la vuelta a la tortilla y ofrecer las claves de porqué está siendo un tratado que ha generado tanta polémica.
En primer lugar, el acuerdo, que se firmó en 2013, está siendo un misterio total. Las negociaciones son secretas y solo tenemos conocimiento de aquellas pocas que han ido anunciando o que se han filtrado. Pero algo parece estar claro y es que con la entrada en vigor del TTIP Europa correrá dos grandes riesgos: por un lado el de la difuminación absoluta en el marco del TTIP por parte de los poderes públicos estatales y la eventual imposibilidad de aplicar políticas distintas a los enunciados neoliberales que laten en el TTIP.
Por si fuera poco, además, la población europea se verá afectada en otros cinco puntos clave, tal como relata eldiario.es. Estos riesgos que se plantean ante la ciudadanía europea son: 1. Pérdida de derechos laborales, ya que EEUU sólo ha suscrito 2 de los 8 Convenios fundamentales de la OIT. 2. Limitación de los derechos de representación colectiva de los trabajadores. 3. Olvido del principio de precaución en materia de estándares técnicos y de normalización industrial. 4. Privatización de servicios públicos, por el establecimiento de una lista reducida de aquellos que no se pueden privatizar. 5. Riesgo de rebaja salarial, teniendo en cuenta el efecto que pudiera tener el NAFTA -y los sueldos más bajos de México- y el eventual acuerdo transasiático. Riesgos por los cuales las respectivas manifestaciones del pasado 1 de mayo se mostraron muy contrarias al tratado, insistiendo en sui rectificación o directa anulación.
Además, hay intención de que la regulación común de un paso más allá y trate de identificar niveles de protección similares y evitar duplicidades, o de limar diferencias en normas ya existentes. El tratado quiere ampliar ese objetivo a las leyes y reglamentos con impacto en el comercio y la inversión (es decir, casi cualquier tipo de norma), antes incluso de que se discutan. Se negocia que se obligue a informar a la otra parte de proyectos legales con una posible incidencia en las relaciones económicas transatlánticas y se plantea incluso la creación de un órgano regulatorio para supervisar que la norma en discusión tenga en cuenta como está regulada la cuestión en el otro extremo del Atlántico. El objetivo es homologar la regulación desde la cuna para evitar divergencias que restrinjan el comercio y la inversión. La crítica es que esta supervisión puede debilitar la iniciativa parlamentaria, y da acceso antes a los lobbies en el proceso legislativo, según informa El País.
Así pues, parece ser que el TTIP va a anteponer los intereses de los grandes lobbies por delante de otros intereses que huyen de la economía como la cultura o el medio ambiente. En este sentido se enmarcan las filtraciones del grupo activista medioambiental GreenPeace, quien filtró los llamados TTIPLEAKS. Estos documentos trataban de demostrar como en las negociaciones entre ambos territorios se favorecían los intereses de estas grandes empresas en detrimento del cuidado y el respeto del medioambiente, sobre todo.